17.9.07

Poesía y violencia política

Dos poemas de Di Paolo y Memorias in santas

Es interesante la pregunta que formula Paolo de Lima en un post de Zona de Noticias, acerca de la pertinencia de la inclusión de dos poemas de Rossella di Paolo en el libro Memorias in santas: antología de poesía escrita por mujeres sobre la violencia política.

Las objeciones de De Lima se pueden resumir así: cuesta mucho entender esos dos poemas de Rossella di Paolo --"No hay retorno" y "Las altas distancias"-- como poesía atingente al tema de la antología.

Ambos textos parecen remitir, sí, a una sensación de "desgarramiento por el desamor, la soledad, la ausencia de una persona querida", como apunta el comentarista, pero resulta imposible descubrir en ellos una referencia reconocible, aunque sea velada, al tema de la violencia política peruana.

Quizá los antologadores, Roxana Crisólogo y Miguel Ildefonso, quieran justificar la selección aduciendo que su libro recoge poesía escrita en el contexto de la violencia política, o acaso ocasionada a partir de una coyuntura de violencia, pero el caso es que el subtítulo de su antología anuncia un criterio diferente: poesía sobre la violencia política.

Siendo así, el lector tiene derecho a preguntarse qué es lo que los poemas dicen sobre el tema. Y, en caso de no descubrir ninguna respuesta, tiene derecho a objetar la selección. Hay, claro, un problema derivado: ¿qué pasa si los poemas sí aluden a la violencia, pero de un modo tan intimista o, simplemente, tan hermético o elíptico, que quien los lee es incapaz de reconstruir la ligazón?

Imagino que un buen espacio para devolver el poema a su contexto y aproximarlo a su plena significación es el libro mismo: su aparato crítico, el prólogo (que en este caso fue de Carmen Ollé), las notas que los antologadores escriban para dar un sentido, un criterio y una dirección a la colección.

Los poemas de Rossella di Paolo a los que se alude son los siguientes:


NO HAY RETORNO

Río de pena soy tú mar de cobijo.

Pero los mapas desplegaron su canto de sirena
y te llevaron de aquí con fuerte encantamiento

Te esperaron muros blancos Puertas
sin conocer aldaba alguna
La vereda se tendía esperando tus pasos
para saltar sobre ellos festejante

Pero de la niebla leve como un navío
no descendió tu cabeza solitaria
nunca tus manos solitarias

Voy de un lado a otro de las cosas
enderezándolas suavemente hacia el delirio

Río de pena soy tú mar de distancia.

LAS ALTAS DISTANCIAS

Si yo escribo tu nombre en la arena
y tú escribes mi nombre en la arena
pero en otra playa
es que hemos descuidado las cosas
hemos dejado crecer el mar como hierba mala
y habrá que arrancarlo con cuidado
hasta allanar la arena de esa playa
donde puedas escribir mi nombre y rozar el dedo
que está escribiendo el tuyo despacito.


Fotomontaje gfp a partir de la carátula del libro.

22 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por qué los temas serios no atraen a los comentaristas?

Anónimo dijo...

Soy un cero a la izquierda en poesía. ¿Tú por qué no comentas algo sobre el tema, Acusete?

Lorenzo dijo...

por que un poema sobre violencia politica tiene que nombrar palabras como bomba, atentado, violencia politica en si. la poesia, la buena, es sutil, sugiere.

rociotrelles dijo...

ahora resulta que paolo dice que la mitad de poemas del libro no tienen que ver con la violencia politica. que queria que se publique? panfletos o a todos sus amigos poetas de los 80? que tiene contra poetas tan buenas como Alba, Di Paolo y Dreyfus?

Anónimo dijo...

El problema es la polémica entre izquierdas e izquierdas clientelistas que implica este asunto, querido acusete. Los clientes de Paolo se pueden enojar...

Vicky dijo...

Como lectora, me es difícil identificar la violencia que bañó de sangre nuestro país durante tanto tiempo, a través de estos poemas. Se capta que pasó algo que impidió que el río llegara al mar, en el primer poema; que el mar es un impedimento, un obstáculo para encontrar al amado que está al otro lado del mundo en el otro; se siente la tristeza, el desconsuelo de la autora en ambos, pero si ella quería transmitirnos que "éso" es la violencia, pues como que no lo logró. Si para entender un poema tienes que referirte a lo que otros te tengan que decir sobre el mismo, está mal.

Y pienso que debemos también preguntarnos qué tipo de acercamiento tuvo la autora a la violencia a que nos referimos. Tal vez los poemas pertenecen a la época, pero no por éso tienen que reflejar la violencia. Hay mucha gente en Lima que nunca entendió lo que estaba pasando a su alrededor en plena época de guerra (para mi fue una guerra civil). Lo mismo sucede cuando uno trata de hablar de esos tiempos con una persona de Iquitos, que vivió toda esa época sin salir más que esporádicamente de su ciudad: es como hablar de una película, de algo lejano, porque al parecer ése fue el único lugar al que sendero no logró llegar. Las razones pueden ser muchas y muy variadas. Imposible tratar de analizarlas en este comentario, pero el hecho es que durante esa época, Iquitos fue un paraíso libre de senderistas (aunque éso no quiere decir que no hayan tratado de llegar). Conozco muchos militares que movían todas sus influencias para ser asignados a Iquitos; y los que ya estaban, para no ser removidos del lugar, porque era como gozar de vacaciones.

Tal vez sea una buena oportunidad de buscar los libros de poemas que se editaron durante esa época en Iquitos. Hum... it looks like I have a homework to do.

baudelaire3 dijo...

Faverón: los comentarios, hasta ahora, parecen antes rayados de baño en un estadio que otra cosa. COincido con tu punto de vista y también con el de Paolo de Lima. Tengo la antología en mis manos y la verdad es que, más allá de las aclaraciones que hace Carmen Ollé en el prólogo (aclaraciones válidas, por cierto), la verdad es que es difícil establecer la relación, temática y formalmente, entre los poemas de Rossella Di Paolo y los años de la viokencia política. Y no es que De Lima tenga nada, supongo, en contra de la autora de estos poemas, ni tampoco que esperemos ver el nombre de Gonzalo o Abimael en la mitad más uno del poema; pero los textos que tú citas poco o nada tienen que ver con el tema, incluso si se invoca un intimismo o un hermetismo que cifraría su mensaje. Hace poco concurrí a LASA a hablar precisamente de este tema, de violencia polítika y poesía peruana de los noventa. Te mando la ponencia a tu correo.

Atte.,

CGO

Anónimo dijo...

Estimado Gustavo,
Tal parece que la apreciación de las izquierdas culturales por la "violencia política" está teñida de un canon: tiene que citar la violencia textualmente, de lo contrario es cualquier cosa. Y eso no es así. De hecho, la historia del arte nos demuestra toneladas de alusiones absolutamente revolucionarias que pasaron absolutamente desapercibidas para los críticos de entonces, y que fueron explicadas mucho tiempo después, como por ejemplo las vírgenes pintadas en la época de la colonia en el Perú, o el cuy chacctado en las últimas cenas. Una lástima que las anteojeras ideológicas tuyas, de Paolo De Lima y de Victoria Guerrero (que ya las tuvo con la terrorista ayacuchana Edith Lagos) no se den cuenta de ello.
Atentamente,
Héctor Ñaupari

Daniel Salas dijo...

Acaso sería mejor que, en lugar de tantos excursos, Héctor ñaupari nos ilustre y nos explique de qué manera los poemas citados son poemas sobre la violencia política. Por lo demás, resulta interesante que un liberal termine coincidiendo con la tesis del inconsciente político del marxista Frederic Jameson, teoría a la que, por supuesto, me adhiero.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Pero tú, Héctor, que evidentemente no tienes anteojeras ideológicas, tú que ves la verdad sin mediaciones, tendrás la amabilidad de explicarme qué dicen esos poemas sobre la violencia política. Es decir, cuál es el cuy chactado en esos poemas de Rossella di Paolo. Hazme ese favor.

(Yo jamás he dicho que la violencia política debería ser citada directamente. No veo por qué tendría que decirlo y no veo por qué alguien tendría que ser de izquierda para decirlo. Cuando leas, si te provoca, mi antología "Toda la sangre", verás que no todos los cuentos que yo recogí hablan de manera explícita sobre el tema. Tu comentario, por lo tanto, es gratuito).

Vicky dijo...

Héctor, no veo ninguna relación de las vírgenes pintadas de la época de la colonia y el cuy chacctado de las últimas cenas con lo que se está discutiendo aquí, que es simplemente si se entiende o no que los poemas se refieren a la violencia. Porque en las pinturas que mencionas, los pintores dejaron constancia de su pensamiento, lo puedes ver, en cambio en estos poemas, pues simplemente, no. Pienso que se te chispoteó.

By the way, who is Victoria Guerrero?

Anónimo dijo...

Puedo entender que un poema sobre, por ejemplo, el miedo, escrito por un habitante del gueto de Varsovia, en el que no se alude para nada a las circunstancias específicas de esa persona, se pueda tomar como un poema sobre el Holocausto. Me gustaría que me expliquen porqué los poemas del post tienen que ver con la violencia.

He leído hace poco el cuento "El júbilo de las sombras" de la antología de Cox, y supongo que esa es la razón por la que él incluyó ese cuento (es una especie de Casa Tomada); de otro modo no me lo explico, apenas se hace alusión a unas tranqueras y soldados, en forma parecida a como se menciona de paso los vidrios rotos de los edificios en "Pánico en la clínica de tartamudos", de Ampuero.

Anónimo dijo...

La libertad poética y sus enemigos

Héctor Ñaupari *

La inclusión de los poemas de Rosella Di Paolo en el libro Memorias in santas: antología de poesía escrita por mujeres sobre la violencia política, ha sido cuestionada por poetas y críticos literarios con el mismo argumento: esos textos no son atingentes para la antología citada, ni se puede inferir de ellos que traten el tema de la obra. ¿En qué verso de estos textos, sostienen, hay alguna alusión, por lo menos implícita, a la violencia política? Concluyen su argumento señalando que resulta imposible descubrir en ellos una referencia reconocible, aunque sea velada, al tema en cuestión.

Este argumento no resiste el menor análisis. Si se realiza una lectura detenida de ambos textos, se verá que, en el primero de ellos, “No hay retorno”, se alude de modo sublime a los secuestros y desapariciones ocurridos en ese infausto período de nuestra historia: Pero los mapas desplegaron su canto de sirena / y te llevaron de aquí con fuerte encantamiento. A renglón seguido, se observa –en forma sutil, es verdad– la desesperación de los familiares de los desaparecidos, que son también víctimas: Te esperaron muros blancos puertas / sin conocer aldaba alguna / la vereda se tendía esperando tus pasos / para saltar sobre ellos festejante, para llegar a esa situación, de resignación y acongojamiento, tan nuestro, de no encontrarlos nunca: Pero de la niebla leve como un navío / no descendió tu cabeza solitaria / nunca tus manos solitarias, y al que la poeta brinda su sentida solidaridad, tanto en el inicio como el final del texto: Río de pena soy tu mar de cobijo / Río de pena soy tu mar de distancia.

En “Las altas distancias” se alude, con metáforas espléndidas, a la razón fundamental de la violencia política en el Perú: la fractura social que ha aislado y enfrentado a los peruanos, y que nos ha hecho incapaces de asumirnos, como mestizos que somos, con las terribles consecuencias que vivimos y que conocemos. Así, en una apuesta genial, Di Paolo subraya esta ruptura: Si yo escribo tu nombre en la arena / y tú escribes mi nombre en la arena / pero en otra playa, para dar cuenta a continuación de las fuerzas de naturaleza que irán contra nosotros por ello, cuando dice: es que hemos descuidado las cosas / hemos dejado crecer el mar como hierba mala, y, por último, culminar en forma breve pero poderosa con la tarea pendiente: reconocernos en el otro, en el excluido, en el marginado, en el pobre, en la víctima. Eso supone conocerlo, saber su nombre, el de sus padres, su ascendencia, sus sueños. Se trata, nos dice Di Paolo, de ser uno con él y hacer nuestra su tragedia, pero también su salvación, que es la nuestra: y habrá que arrancarlo con cuidado / hasta allanar la arena de esa playa / donde puedas escribir mi nombre y rozar el dedo / que está escribiendo el tuyo despacito.

En sus desafortunados comentarios, estos escritores y críticos, como los ciegos por propia voluntad de la cita bíblica, no han querido ver la delicada estructura que Di Paolo ha construido sobre un tema tan trágico y a la vez tan propio, y objetan desde el inicio la visión que la poeta nos quiere brindar sobre este controversial asunto. Y no lo hacen por razones literarias, o –como dos de ellos aluden– por defender los derechos de los lectores o la memoria de los desaparecidos. Lo hacen por razones estrictamente ideológicas, pues –y esto no es un secreto para nadie– los mentados autores tienen una posición de izquierdas. Veamos.

El marxismo–leninismo ha propugnado, como principio, que el arte, como todas las actividades superiores, pertenece a la “superestructura” cultural y está determinado por los condicionamientos sociohistóricos. En ese sentido, el arte, para los marxistas–leninistas, es un “reflejo de la realidad social”. De esta manera, los que han cuestionado los poemas de Di Paolo por no contener nada referente a la violencia política, son ortodoxos seguidores de Georgi Plekhanov y su estética materialista dialéctica –elaborada en su Arte y vida social– que impugna la doctrina del arte por el arte y el aislamiento del artista de la sociedad, tanto en la teoría como en la práctica.

Huelga decir que el debate que esta postura originó entre los propios marxistas se solucionó, como siempre lo han hecho los seguidores de esta doctrina, por una decisión vertical y nada respetuosa de opinión distinta de sus mismos correligionarios, de la nomenclatura de entonces, en el Primer Congreso General de la Asociación de Escritores Soviéticos, en 1934. De lo antes dicho, para estos autores, una antología que trate el tema de la violencia política –o cualquier antología o escrito, en realidad– debe ajustarse al siguiente canon: el artista ha de reflejar el movimiento de las fuerzas sociales y representar sus metáforas y creaciones como expresión de esas fuerzas, y, al hacerlo, debe fomentar el mismo proceso revolucionario. El que no se ajuste, sufre las críticas, como ahora. Cuando el defensor del canon es respaldado por el poder, el artista o creador disidente sufre la persecución, la cárcel o la muerte, como bien nos lo ha enseñado la historia.

Por supuesto, es dable conjeturar, dada la peculiar trayectoria de estos literatos y críticos –que tan bien se ajusta al perfil de fingimiento y barroquismo moral descrito por Mario Vargas Llosa en “El intelectual barato”, capítulo XIV de sus memorias– que las críticas vertidas contra Di Paolo y la antología se deban a razones personales y extraliterarias, siendo la postura estética de izquierdas antes descrita una coartada para ocultar otros propósitos, menudos y subalternos. Empero, respetuosos de la honestidad intelectual que debe guiar a todo escritor como principio, concedámosles el beneficio de la duda.

En buena cuenta, se trata de enemigos de la libertad poética. Mastines del verticalismo estético, nada que se encuentra fuera del canon por ellos mismos señalado puede ser llamado “literatura de la violencia política”. No dudan, por tal circunstancia, en cuestionar a sus propios compañeros de viaje, y en amonestar el criterio de selección de los autores de la antología, que son también de izquierdas. Esperar que una antología poética sobre la guerra total desatada por un Partido Comunista contra todos los peruanos que no comulgábamos con sus ideas, y sus nefastas consecuencias, sea la sucesión de textos parecidos a los publicados por Roque Dalton, Eduardo Galeano y Ernesto Cardenal, constituye una afrenta al buen criterio y al sentido común de cualquiera que se denomine poeta o artista. Más aún, representa la muerte del valor más preciado para un creador: su libertad. Ésta no debe estar sujeta, en lo que a este escriba concierne, a canon alguno. Si la inteligencia y sagacidad de los compiladores ha encontrado en los textos de Rosella Di Paolo una visión sutil, pero no por ello veraz, oportuna y legítima, de la violencia política, los felicito.

Finalmente, lo más grave de este asunto es que el canon que estos críticos quieren imponer, el de la estética materialista dialéctica, es la misma que la de los iniciadores de esta violencia que enlutó al Perú de un modo tan trágico. Los enemigos de la libertad poética pasan deliberadamente por alto lo ocurrido en la Alemania nacionalsocialista, en la Rusia soviética, en la China maoísta o en la Cuba castrista, con tantos poetas, literatos, creadores y artistas muertos, encarcelados, expropiados, exiliados, destruidos ellos y sus obras, o convertidos finalmente en sombras de sí mismos, porque no se ajustaron al canon del artista social. En la comodidad del primer mundo, donde viven y gozan de las libertades creativas que a Di Paolo y a otros niegan, de tener su propia visión sobre un hecho apocalíptico de nuestra historia, ciegos a todo, menos a su propia tenebrosidad, intentan revivir desde la cultura a un monstruo que, como Saturno a sus hijos, también los devorará a ellos. Para su propio bienestar, todos los que defendemos la libertad poética y artística, lo impediremos.


Santiago de Surco, 20 de septiembre de 2007




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* Poeta, ensayista y abogado. Autor de Rosa de los vientos (2006), Páginas libertarias (2004), Poemas sin límites de velocidad (2002) y En los sótanos del crepúsculo (1999).

Anónimo dijo...

No cabe duda que Ñaupari es abogado.

Anónimo dijo...

bueno, quien tendría que demostrar lo uno o lo otro sobre esos dos textos de Rossella debería ser Camilo Fernández, él es "el especialista".

Anónimo dijo...

ahahaha. qué buena, sin duda es abogado, y de los buenos.

LuchinG dijo...

Por mucho que lo intento, sigo sin entender lo siguiente: Naupari dice: "Para su propio bienestar, todos los que defendemos la libertad poética y artística, lo impediremos. " ¿Alguien les impide publicar? ¿Alguien les impide que los lean? ¿Cuántos lectores de poesía hay en el país? Si el filtro de la "critica oficial" funciona tan bien que es capaz de cegar al público, entonces a mí, si escribiera poesía, no me interesarían esos lectores, quienes, para colmo, tengo entendido que son menos de cuatro
gatos. ¿Quién se está perdiendo de qué? Esto parece una pelea por quién aparece en los libros de historia para aburrir a las futuras generaciones de escolares.

Anónimo dijo...

Esos dos poemas no tienen nada que ver o decir con el tema de la violencia politica en Peru.

Félix Reátegui dijo...

"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable; naturalmente, ese ulterior trabajo modificaba la obra para él, pero no para otro."

Rosella no se "merece" esa defensa, entre otras cosas porque aquí nadie ha negado méritos a su poesía.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Esta de Ñaupari es de antología:

"Si la inteligencia y sagacidad de los compiladores ha encontrado en los textos de Rosella Di Paolo una visión sutil, pero no por ello veraz, oportuna y legítima, de la violencia política, los felicito".

O sea, qué bueno que sea sutil, aunque no sea ni veraz ni oportuna ni legítima. Increíble.

Y díganme una cosa más: Rossella di Paolo escribe lo siguiente:

"Pero los mapas desplegaron su canto de sirena / y te llevaron de aquí con fuerte encantamiento".

Y Ñaupari interpreta esos versos de este modo:

"[el poema] alude de modo sublime a los secuestros y desapariciones ocurridos en ese infausto período de nuestra historia".

¿Esto es un chiste o qué? ¿Ñaupari está sugiriendo que, para Di Paolo, secuestros y desapariciones son análogos a un "canto de sirena" y a un "fuerte encantamiento"? ¿O sea que los secuestrados, los muertos y los desaparecidos eran gente a la que Sendero Luminoso atraía con sus cantos de sirena? Obviamente Di Paolo, que no sólo es una buena poeta sino que además es una persona razonable e ingeligente, no puede pensar eso. Solo a Ñaupari se le ocurre. Y el resto de su exégesis no es menos absurda ni menos jalada de los pelos; digna de un nuevo Carlos Argentino Daneri.

Anónimo dijo...

Los argumentos de Ñaupari son dignos de un abogado (o de un sofista)

LuchinG dijo...

"Si la inteligencia y sagacidad de los compiladores ha encontrado en los textos de Rosella Di Paolo una visión sutil, pero no por ello veraz, oportuna y legítima, de la violencia política, los felicito".

Debe haberse comido la palabra "menos" entre "ello" y "veraz". Eso le pasa a cualquiera.