7.12.10

Del progreso en la literatura

Sobre la literatura como exploración y sobre su avance

No sé cuál es el origen de la idea de que en el campo de la literatura no es aplicable la idea de progreso; todos la hemos oído alguna vez, o dicho, acaso, en alguna de sus muchas formas. A juzgar por cierto debate entre escritores latinoamericanos, sobre el cual se informa en el diario El País, no da la impresión de que muchos estén dispuestos a desafiar el lugar común.

Entiendo una cosa: cada época plantea una cierta variedad de ideales estéticos, y en cada una los creadores se aproximan en mayor o menor medida a coronarlos; en ese sentido, el logro estético está sujeto a innumerables accidentes y su enigma se puede resolver de mejores o peores maneras. No sé si eso significa necesariamente que sea imposible establecer una cierta idea de avance en el paso de una época a otras.

La noción de progreso no implica la aceptación de la necesidad de que éste sea constante: incluso en los terrenos en los que se supone que el progreso (o la aspiración a él) es un motor elemental, hay épocas de estancamiento, de crisis y también de repliegue.

En el marco del debate al que me refiero, la escritora colombiana Laura Restrepo afirma lo siguiente:
"En el arte y en cultura no se avanza. Parece que esa es una de las características del arte y de la cultura, que no se avanza, no estamos más adelante de lo que estábamos hace un siglo, es decir, no se producen mejores cosas de las que se producían..."
Alguien puede argumentar que la frase final se reduce a una afirmación estética: "no se producen mejores cosas de las que se producían" antes, sólo en el sentido de que nada hace a una obra literaria contemporánea estéticamente superior a una de hace, digamos, doscientos años, sólo por el hecho de responder a una estética posterior.

Pero me sorprende la formulación que antecede a esa frase final. Primero, porque no alude sólo a la literatura, sino al "arte y la cultura", y es demasiado claro que cuando reflexionamos sobre "la cultura" (el singular me parece arbitrario e inconsistente), no nos limitamos a la idea estética.

No menos curiosa me parece la aceptación de la estasis: si en el arte y la cultura "no se avanza", ni nada es mejor o peor en la comparación entre una época y otra, entonces nada es mejor ni peor en la comparación entre ninguna época; es decir, el arte y la cultura no sólo "no avanzan" ahora, sino que viven eternamente en una misma especie de abstracto no-lugar, y como fuera del tiempo, o en la eternidad.

Pregunta metódica: si no hay posibilidad de asegurar la superioridad de la literatura de una época sobre la de otra época, ¿existe la posibilidad de asegurar la superioridad de una tradición literaria sobre otra? ¿O la superioridad, más llanamente, de la obra de un autor sobre la de otro? ¿O incluso la superioridad de una novela sobre otra?

Esas son cosas que hacemos todo el tiempo. Decimos que la tradición de la novela rusa es en general superior a la de la novela paraguaya (y si no lo decimos es porque no es necesario); decimos que la obra de Borges es superior a la obra de Allende; decimos que Tres tristes tigres es superior a Los últimos días de La Prensa. Cualquiera tiene derecho a opinar lo contrario en todos esos casos, pero, seamos francos, sería difícil argumentarlo.

Del lugar común que vengo comentando se desprendería que no podemos jerarquizar cuando comparamos periodos literarios. Pero, ¿no decimos, acaso, también, que la poesía española del siglo de oro es superior a la poesía española de la baja edad media o a la del siglo diecinueve? Y cuando decimos que el diecinueve fue el gran siglo de la novela europea, ¿no estamos diciendo que la producción novelística occidental en ese periodo alcanzó una cima que no había conocido antes? ¿Y no estamos diciendo con ello, más precisamente, que algo en su evolución dio un notorio salto hacia adelante?

Y el abogado del diablo dice: ok, pero en esos casos estamos hablando de líneas tradicionales más o menos demarcadas: la historia de la literatura española, no la literatura; la evolución de la novela, no la literatura. La respuesta para eso es clara: toda literatura se produce dentro de unos cauces genéricos y unas coordenadas históricas, de modo que, independientemente del tamaño de la muestra, la operación será la misma: sí jerarquizamos entre épocas distintas.

Siguiendo el mismo camino, se supondría que no podemos comparar los mayores o menores méritos de dos obras literarias particulares de dos periodos distintos. La razón sería que cada una ha sido escrita dentro de normas diversas, en marcos culturales distintos, bajo concepciones ideológicas discrepantes, etc. Bien, ¿pero acaso eso significa que no podemos asegurar que El Quijote sea superior a Abril rojo o que Cien años de soledad sea superior a El Periquillo sarniento? Yo creo que sí podemos, que tenemos el derecho a hacerlo y no nos faltará la forma de razonarlo.

Y aun así, curiosamente, aunque nadie dudaría del arraigo y la dependencia de cualquier literatura con respecto a un contexto histórico, y aunque nadie dudaría de que los géneros sufren una cierta evolución, y aunque pocos pondrían demasiados reparos a las comparaciones que he venido haciendo, el lugar común sigue imponiéndose: la literatura de una época, se dice, no representa una evolución ni un progreso con respecto a la de épocas previas.

Alguien podría objetarme lo siguiente: si existe algo así como una evolución que implica alguna forma de progreso en la literatura, ¿entonces por qué no se da el caso de que cada época, dentro de cada línea tradicional o dentro de cada marco histórico (por ejemplo, dentro de una misma literatura nacional), sea siempre "superior" a las épocas previas?

Para eso hay varias respuestas: porque el progreso no implica necesariamente el perfeccionamiento de los nuevos modos y los nuevos vehículos, ni mucho menos su perfeccionamiento inmediato; porque el progreso puede implicar, en cambio, el cruce a través de periodos de crisis; porque el progreso puede llevar incluso al abandono, el olvido y la desaparición de ciertas tradiciones y ciertos géneros literarios.

Nadie pensará que el decaimiento y la muerte del romance alegórico es un síntoma de debilitamiento general de la literatura de una época (en América Latina, el final del siglo diecinueve). Es, más bien, el producto de la necesidad de una época por construir otro tipo de forma artística, cuyo abordaje y formación implicará, posiblemente, por un tiempo más o menos prolongado, una apariencia de desmoronamiento y sequía.

Y eso suena peligrosamente a progreso.

En verdad, de lo que se trata no es de medir los méritos absolutos o relativos de una época frente a otras sin tener ninguna piedra de toque para el paralelo. Uno no notará progreso si no empieza por preguntarse progreso con respecto a qué. No quiero decir sólo con respecto a qué corpus, sino a qué idea dominante.

Por ejemplo, si asumimos que un rasgo más o menos constante en la definición de lo literario es la noción de representación, en su sentido más amplio, que ha de incluir rasgos como la necesidad expresiva, la mímesis, la referencialidad, la representación ideológica, etc., se hace más plausible descubrir el sentido de una búsqueda sostenida, si no siempre, al menos sí en muchas épocas diversas.

Más aun, se puede argumentar que esas búsquedas determinan la evolución de la mayoría de las tradiciones literarias, muy limpiamente desde la temprana modernidad, pero a veces también antes.

Cada gran salto en la historia de la evolución de los géneros literarios que siguen vigentes ha estado definido por el esfuerzo de ampliar los límites de la representación en alguno de los sentidos que he mencionado, o en varios. La desaparición de los otros géneros ha sobrevenido cuando cada uno ha dejado de ser apto para ese tipo de exploración, es decir, cuando su capacidad de representación ha resultado insuficiente: los géneros mueren de agotamiento.

Sólo puedo decir con seguridad que no existe progreso posible en la literatura si empiezo por aceptar que no existe una finalidad objetiva para el ejercicio literario. Pero cada vez que suponga que la literatura es una forma de exploración y una forma de representar lo explorado, deberé suponer que esa búsqueda es expansiva, creciente, descubridora y que, en efecto, deben existir, entonces, mejores y peores maneras de realizarla, y, por tanto, en la medida en que el sentido de esa búsqueda no se agote, habrá en cada época un número de creadores capaces de hacerla crecer: de hacerla progresar. Sólo cuando eliminamos el posible telos, eliminamos la creencia de estar aproximándonos a él.

...

15 comentarios:

Insomne Narcoléptico dijo...

"Progreso" implica la eliminación de las versiones anteriores por su ineficiencia (como en ciencia o economía), pero por su ineficiencia en general, no por que haya dejado de servir a algo tan específico como el propósito de representación de un grupo humano. Si los ideales del medioevo dejan de existir, el arte que causó dejará de producirse. En cambio, el conocimiento de que la tierra es redonda no deja de ser válido porque se haya abandonado durante siglos; cuando se redescubre, no es como si Pierre Menard reescribiera el Quijote, sino que es, otra vez, el mismo conocimiento objetivo, cuantificable, eficiente; este conocimeinto elimina a todas las versiones alternativas. Por supuesto que siempre podremos decir que Cervantes es mejor que Corín Tellado; lo que no puede hacer Cervantes es eliminar a Corin Tellado. En ese sentido, no hay progreso.

Gustavo Solórzano-Alfaro dijo...

Curiosamente, siempre he considerado que el lugar común es lo opuesto: la idea de que la literatura, efectivamente, "progresa". Tus planteamientos son muy válidos, y me parece que aportan mucho a la discusión sobre lo que prefiero llamar "cambios" o "transformaciones", pero se olvidan de que esa idea de progreso responde meramente a la lógica de la modernidad europea (y con esto no trato de reinvindcar otras modernidades o épocas), pero el problema es que ese ideal de progreso es un ideal desarrollista, ligado con la máquina y la tecnología, no con el arte.

Ciertamente uno puede argumentar que una tradición (la rusa, por ejemplo) es superior a otra, pero esa superioridad no implica una idea de "avance o progreso", implica la idea de calidad.

En el caso de la literatura, resulta harto común que los escritores (sobre todo jóvenes) se limiten a leer lo contemporáneo y a considerar que las formas clásicas son "caudcas". Esa es la idea de "progreso" que rechazo. De igual forma que se considera el avión un mejor medio apra viajar sobre la bicicleta, digamos, muchos creen que es mejor el verso libre que el verso medido. ¿Es eso cierto? ¿No es esa una idea de progreso absurda?

La diferencia entre el mundo de la tecnología y el mundo del arte es que en la primera hay un fin utilitario, mientras que en el segunda no. Y tan válido sigue siendo hacer un soneto como un poema en verso libre.

Insisto, no se debe confundir la calidad un trabajo, de acuerdo con sus coordenadas y contexto, y su ubicción en en una línea de "progreso".

A propóstio de todo esto, hace tiempo redacté estas notas: http://asterion9.blogspot.com/2008/07/del-progreso-del-arte.html

Saludos

Anónimo dijo...

A

Leo este post como un cuestionario para los críticos literarios y estudiosos de la literatura contemporáneos y, desde ese ángulo (aunque también desde muchos otros), me parece lleno de ideas sugerentes y medulares. Me parece fundamental. Inspirado, me he tomado la licencia de traducir el post (con todas las inexactitudes que ello conlleva) a un modo interrogativo, y he tenido la desfachatez de responder las preguntas. Espero sirva para alentar la discusión.
[continúa en el post B]

Anónimo dijo...

B

1. ¿Consideras que cada época plantea una cierta variedad de ideales estéticos, y en cada una los creadores se aproximan en mayor o menor medida a coronarlos?

Solo si utilizas el lente de la noción de época para observar los fenómenos literarios; puedes utilizar un lente más fino y observar que muchas veces tienes singularidades, poéticas de un solo libro, escritores que buscan coronar sus propios ideales y no los de una época.

2. ¿Se puede afirmar que algunos autores han resuelto de mejores o peores maneras problemas estéticos propios de su época?

En el caso de que se encuentre un esquema subyacente, que siempre es una hipótesis, una lectura particular. Yo creo que la respuesta de aquellos que se muestran escépticos ante tal posibilidad es un síntoma del estado de nuestra cultura, de nuestra literatura: disgregados los criterios, multiplicadas las lecturas, a sabiendas de que, como refiere De Mann y tantos otros posmodernos, el objeto retórico se completa con su interpretación, nadie se atreve a sostener para la literatura actual un escenario de líneas agrupantes que habiliten una jerarquía estable.
[continúa en el post C]

Anónimo dijo...

C

1. ¿Es imposible establecer una cierta idea de avance en el paso de una época a otras?

Yo lo veo así: si no hay lenguas mejores que otras (y con lengua me refiero también a los dialectos, sociolectos, etc.), no puede haber literaturas mejores que otras, pues la literatura es un producto cuyos límites se encuentran establecidos por la lengua. Aquel que le encuentra una finalidad a la literatura para hablar de cierto progreso corre el riesgo de que esa finalidad sea extrapolable a la lengua en su conjunto, lo que resultaría en una idea de progreso en la lengua, idea totalmente insostenible y segregadora.
El misterio de la literatura es el misterio de la lengua. De pronto, nosotros, los monitos, hablamos.
Me viene a la mente, quizá de manera arbitraria, la opinión que tenía Cortázar de Arguedas: forma anacrónica, tema provinciano (¿así era?). A lo mejor solo son capaces de decir esas barbaridades quienes creen en el progreso de la literatura. Y no muchos quisieran ser capaces de decirlas.

2. Si en el arte y la cultura "no se avanza", ni nada es mejor o peor en la comparación entre una época y otra, entonces nada es mejor ni peor en la comparación entre ninguna época. ¿Eso quiere decir que el arte y la cultura no sólo "no avanzan" ahora, sino que viven eternamente en una misma especie de abstracto no-lugar, y como fuera del tiempo, o en la eternidad?

Que no existan coordenadas estéticas transhistóricas no quiere decir que no existan coordenadas en lo absoluto; así que no veo por qué, de negar las jerarquías estéticas transhistóricas, se llega a una eternidad, a ese no-lugar. Podría decirse, románticamente, que cada obra es un lugar suficiente para sí misma cuando merece ser llamada obra.
Por otro lado, ese no lugar quizá sí exista en términos de nuestra cultura; quizá la posmodernidad se ve a sí misma como una eternidad y, dado que en ella estamos, así miramos. Las historias de la literatura no echan tantas luces al respecto como las historias de la lectura. Cada presente mira hacia atrás a la historia desde sus coordenadas históricas, resalta y oculta elementos de un canon permeable. Desde nuestros prejuicios, que bien resaltas en el post, le damos rostro a nuestra época, un no-rostro, a lo mejor.
[continúa en el post D]

Anónimo dijo...

D

1. Si no hay posibilidad de asegurar la superioridad de la literatura de una época sobre la de otra época, ¿existe la posibilidad de asegurar la superioridad de una tradición literaria sobre otra? ¿O la superioridad, más llanamente, de la obra de un autor sobre la de otro? ¿O incluso la superioridad de una novela sobre otra?

Sí, y la responsabilidad de quien en ello involucre su capacidad intelectual es explicitar el punto de referencia con el cual dos obras deben ser comparadas. La llamas “piedra de toque” en tu post.
Al respecto, mencionas en tu post algo sobre la literatura paraguaya y la rusa. Lo curioso aquí es que lo decimos sin sabiduría de por medio. De todas las personas que conozco que son potenciales enunciadores de tal idea, ninguno sabe ruso, han leído apenas algunas traducciones de Dostoievski y Tolstoi y por supuesto que no se han dado el trabajo de investigar sobre novelística paraguaya: el prejuicio de un lado tiene como correlato el prejuicio del otro lado.
Y sobre lo que decimos sobre la obra de Borges, que es superior a la obra de Allende, me gustaría apuntar que los casos extremos son los preferidos por todos, son sencillos, categóricos, nos alivian, pero solo sirven para ilustrarse a sí mismos.

2. Pero, ¿no decimos, acaso, también, que la poesía española del siglo de oro es superior a la poesía española de la baja edad media o a la del siglo diecinueve?

Cuando decimos que el diecinueve fue el gran siglo de la novela europea, ¿no estamos diciendo que la producción novelística occidental en ese periodo alcanzó una cima que no había conocido antes? ¿Y no estamos diciendo con ello, más precisamente, que algo en su evolución dio un notorio salto hacia adelante?
Como mencioné a propósito de una pregunta anterior, las historias de la literatura no echan tantas luces al respecto como las historias de la lectura. Cada presente mira hacia atrás a la historia desde sus coordenadas históricas, resalta y oculta elementos de un canon permeable. En otras palabras, decir cosas como “la poesía del Siglo de Oro es superior que…” dice más de la manera como entendemos la literatura hoy que de la poesía del siglo de oro en sí misma (si tal cosa nos es dado conocer o enunciar: “la poesía del siglo de oro en sí misma”… Me suena a un tratamiento del objeto retórico como objeto natural… Ahí puede estar la médula del problema… Ningún objeto retórico progresa porque se reinventa constantemente… Jugando un poco a Funes, tendríamos que hablar siempre de “la calidad del Quijote tal y como la percibieron sus contemporáneos en un atardecer de 16XX”).
Además, habría que pensar las cosas mejor antes de decirlas… Esas suelen ser palabras de cafetería, de prensa, de esquema escolar. A un medievalista no creo que le parezca tan nítido como a un entusiasta de la literatura que la edad media es inferior al siglo de oro. A propósito, el problemas es que estas discusiones nunca hacen participar a los eruditos hiperespecializados. Ellos tienen una forma muy singular de ver la literatura, del todo diferente de los “todistas” de la literatura, que es como yo llamo a aquellos que les gusta especializarse en “literatura”, en “estudios culturales”, en “narrativa (desde el cómic hasta el infinito). Ojo, no es una crítica. Los “todistas” son hijos de este tiempo, como todos. Son solo un poco más diletantes y más superficiales.
[continúa en el post E]

Anónimo dijo...

E

2. Pero, ¿no decimos, acaso, también, que la poesía española del siglo de oro es superior a la poesía española de la baja edad media o a la del siglo diecinueve?

Cuando decimos que el diecinueve fue el gran siglo de la novela europea, ¿no estamos diciendo que la producción novelística occidental en ese periodo alcanzó una cima que no había conocido antes? ¿Y no estamos diciendo con ello, más precisamente, que algo en su evolución dio un notorio salto hacia adelante?
Como mencioné a propósito de una pregunta anterior, las historias de la literatura no echan tantas luces al respecto como las historias de la lectura. Cada presente mira hacia atrás a la historia desde sus coordenadas históricas, resalta y oculta elementos de un canon permeable. En otras palabras, decir cosas como “la poesía del Siglo de Oro es superior que…” dice más de la manera como entendemos la literatura hoy que de la poesía del siglo de oro en sí misma (si tal cosa nos es dado conocer o enunciar: “la poesía del siglo de oro en sí misma”… Me suena a un tratamiento del objeto retórico como objeto natural… Ahí puede estar la médula del problema… Ningún objeto retórico progresa porque se reinventa constantemente… Jugando un poco a Funes, tendríamos que hablar siempre de “la calidad del Quijote tal y como la percibieron sus contemporáneos en un atardecer de 16XX”).
Además, habría que pensar las cosas mejor antes de decirlas… Esas suelen ser palabras de cafetería, de prensa, de esquema escolar. A un medievalista no creo que le parezca tan nítido como a un entusiasta de la literatura que la edad media es inferior al siglo de oro. A propósito, el problemas es que estas discusiones nunca hacen participar a los eruditos hiperespecializados. Ellos tienen una forma muy singular de ver la literatura, del todo diferente de los “todistas” de la literatura, que es como yo llamo a aquellos que les gusta especializarse en “literatura”, en “estudios culturales”, en “narrativa (desde el cómic hasta el infinito). Ojo, no es una crítica. Los “todistas” son hijos de este tiempo, como todos. Son solo un poco más diletantes y más superficiales.
[Continua en el post F]

Anónimo dijo...

F

1. Pero, entonces, sí jerarquizamos entre épocas distintas.

Más que eso, de manera preocupante: repetimos lugares comunes cuyas bases no son del todo claras. Nuestros usos del lenguaje nos dominan a nosotros muchas veces.

2. ¿Pero acaso eso significa que no podemos asegurar que El Quijote sea superior a Abril rojo o que Cien años de soledad sea superior a El Periquillo sarniento? Yo creo que sí podemos, que tenemos el derecho a hacerlo y no nos faltará la forma de razonarlo…

Yo no observo cuál es el sentido de esas comparaciones. Me preocupa adónde apuntan esas comparaciones más que sus condiciones de posibilidad. Que se puede escribir algo sobre eso, se puede (el papel, en letras y ciencias humanas, aguanta todo), pero… ¿Qué se está tratando de demostrar en ese caso? Quizá eche alguna luz la metáfora del boxeo: ¿tiene sentido hacer pelear a un peso pesado con un peso pluma para saber cuál es superior en el arte del boxeo?

3. Pero entonces el lugar común sigue imponiéndose: la literatura de una época, se dice, no representa una evolución ni un progreso con respecto a la de épocas previas.

Los lugares comunes, en la crítica literaria, se imponen en todos los lados, sentidos, frentes… No sé hasta qué punto eso dice algo del estatuto de verdad de los enunciados en cuestión.
A propósito, en tu post mencionas la siguiente objeción a la postura de quienes creen en el progreso en la literatura: alguien podría objetar que, si existe algo así como una evolución que implica alguna forma de progreso en la literatura, ¿entonces por qué no se da el caso de que cada época, dentro de cada línea tradicional o dentro de cada marco histórico (por ejemplo, dentro de una misma literatura nacional), sea siempre "superior" a las épocas previas? Considero que ese reparo es demasiado retórico, pues entra en la lógica que propones desde el inicio del post; en realidad, una pregunta más fértil sería: si existe algo como la evolución, ¿desde dónde se dirige? ¿hacia dónde se dirige? Surge el problema Homero: siendo el inicio de la cadena, nos gusta mucho más que sus eslabones sucesivos.
[continúa en el post G]

Anónimo dijo...

G

1. No estás tomando en cuenta que el progreso no implica necesariamente el perfeccionamiento de los nuevos modos y los nuevos vehículos…

Aquí me pierdo, porque yo había armado un campo semántico con estas tres palabras: progreso, superioridad, perfeccionamiento.

2. Sucede que el progreso puede implicar el cruce a través de periodos de crisis…

Pero, si solo veo crisis, no veo el progreso… De alguna manera, el progreso, para ser trazado (a posteriori) debe de haber asomado la cabeza en determinados momentos, para armar la figura con esos puntos, como en esos juegos para armar la figura con el trazado del lápiz desde los puntos numerados. Hasta donde yo sé, que poco es, nadie ha intentado hacerlo de un tiempo a esta parte fuera de Bloom, y sus resultados fueron bastante discutibles, por mucho.
Además, es un poco pedante postular una súper conciencia histórico-literaria-cultural capaz de ver “como todas las conciencias” las obras “como se vieron en su momento”. Estamos limitados por nuestras coordenadas. Lo que creemos excelente hoy, mañana va a entrar en un circuito de valoración diferente; el reconocimiento de eso se ha fosilizado en la expresión, en el lugar común “no hay progreso en el arte”]. El abandono, el olvido y la desaparición de ciertas tradiciones y ciertos géneros literarios que mencionas en tu post es precisamente lo que a mí me lleva a pensar que no hay progreso: la selectividad tan variante según el punto de enunciación… Se podrían trazar muchos “progresos”, con diferentes obras, según las lecturas y esfuerzos que se realicen dentro de las constricciones que impone la cultura en un determinado momento. Pero, ¿el progreso? Uno no notará progreso si no empieza por preguntarse progreso con respecto a qué y desde dónde y hacia dónde. Y yo creo que esas preguntas son insolubles.

3. Si asumimos que un rasgo más o menos constante en la definición de lo literario es la noción de representación, en su sentido más amplio, que ha de incluir rasgos como la necesidad expresiva, la mímesis, la referencialidad, la representación ideológica, etc., ¿no se hace más plausible descubrir el sentido de una búsqueda sostenida, si no siempre, al menos sí en muchas épocas diversas? ¿No se puede argumentar que esas búsquedas determinan la evolución de la mayoría de las tradiciones literarias, muy limpiamente desde la temprana modernidad, pero a veces también antes?

El condicional con el que arranca tu pregunta puede completarse de muchas maneras e incluso puede desestabilizarse si, como algunos, se renuncia a una definición extensa de lo literario por una pragmática, como hace Culler al pensar la Literatura como un haz de convenciones y expectativas.
Tantas cosas más que se pueden argumentar, y al saberlas tantas es que nos ponemos las manos en la cintura y le damos la razón a Culler y nos sentimos en ese no-lugar del que hablábamos hace un rato.
[continúa en el post H]

Anónimo dijo...

H

1. Si asumimos que un rasgo más o menos constante en la definición de lo literario es la noción de representación, en su sentido más amplio, que ha de incluir rasgos como la necesidad expresiva, la mímesis, la referencialidad, la representación ideológica, etc., ¿no se hace más plausible descubrir el sentido de una búsqueda sostenida, si no siempre, al menos sí en muchas épocas diversas? ¿No se puede argumentar que esas búsquedas determinan la evolución de la mayoría de las tradiciones literarias, muy limpiamente desde la temprana modernidad, pero a veces también antes?

El condicional con el que arranca tu pregunta puede completarse de muchas maneras e incluso puede desestabilizarse si, como algunos, se renuncia a una definición extensa de lo literario por una pragmática, como hace Culler al pensar la Literatura como un haz de convenciones y expectativas.
Tantas cosas más que se pueden argumentar, y al saberlas tantas es que nos ponemos las manos en la cintura y le damos la razón a Culler y nos sentimos en ese no-lugar del que hablábamos hace un rato.

2. ¿Qué puedes decirme de la siguiente hipótesis: “Cada gran salto en la historia de la evolución de los géneros literarios que siguen vigentes ha estado definido por el esfuerzo de ampliar los límites de la representación en alguno de los sentidos que he mencionado, o en varios. La desaparición de los otros géneros ha sobrevenido cuando cada uno ha dejado de ser apto para ese tipo de exploración, es decir, cuando su capacidad de representación ha resultado insuficiente: los géneros mueren de agotamiento”?

Esto da para tesis doctoral, por el momento solo hipótesis: la pregunta que me plateo entonces es si esto llegara a demostrarse, ¿en qué medida ello sería del todo concluyente en relación con otras formas de “desordenar” el canon, que es mucho más sencillo de hacer, o al menos de creer.

[continúa en el post I]

Anónimo dijo...

I

1. ¿Y de la siguiente: “Sólo puedo decir con seguridad que no existe progreso posible en la literatura si empiezo por aceptar que no existe una finalidad objetiva para el ejercicio literario”?

Totalmente de acuerdo: no hay consenso sobre la finalidad de la literatura y no veo cómo podría haberlo; por eso no lo hay sobre el progreso. Ejemplo: para Thays la literatura tiene una finalidad alejada de lo social; para Gutiérrez, una dependiente de lo social: no puedo compararlos porque no corren por el mismo camino, no se acercan a un mismo telos y, por lo tanto, no están enmarcados en una misma idea de progreso; por lo tanto, ¿cómo podría hablar del progreso de la novela peruana? (que ya es una línea bastante pequeño en el retrato del progreso de la literatura).

2. ¿Y de la siguiente: “Cada vez que suponga que la literatura es una forma de exploración y una forma de representar lo explorado deberé suponer que esa búsqueda es expansiva, creciente, descubridora y que, en efecto, deben existir, entonces, mejores y peores maneras de realizarla”?

Habría que ver en qué medida se asume esto hoy y si se asumió antes, ser historicistas antes que esencialistas. La parte de “expansiva, creciente y descubridora” no la entiendo.
En todo caso, me da la sensación que en Literatura es posible una situación como esta: el surgimiento de un grupo en reacción a la definición de la literatura que se da en el encabezado de esta última pregunta, llamémosla “representacionista”. Este grupo, llamados los “antirepresentacionistas” ( el arte es eso, también, tanto una acción como una reacción debería ser marginado.
Si los tomamos independientemente y medimos su progreso, para observar cuál lleva a cabo mejor el antirepresentacionismo, además de contradecir la premisa del encabezado de esta pregunta, el enfoque sería en extremo parcial, pues sería como decir que hay que aislar líneas y medir el progreso por líneas: el progreso en los autos sacramentales, el progreso en la novela picaresca, con lo que estoy más de acuerdo que con comparar a Allende con Borges; sin embargo, ante ello, me viene a la mente una situación que normalmente se repite en la historia de la literatura: muchas veces el primero es el que más gusta y los sucesores, lejos de perfeccionarlos, nos aburren. Porque, además, el problema de la palabra progreso es que implica un ir hacia delante, cuando muchas veces da la impresión de que lo mejor está atrás.
Lo que parece haber, desde cierto punto de vista, en la literatura, es la singularidad, la unicidad, sobre todo si se utilizan parámetros de apreciación estética; es como si las grandes obras fueran sobre todo saltos cualitativos… Y es que, viéndolo bien, hay una aporía de fondo… Hablamos de la novela rusa, pero nos gusta Dostoievsky porque es Dostoievsky y creo que por muy pocos motivos más.
Ya nadie considera la posibilidad de un telos común; por lo tanto, ya nadie considera la pertinencia de hablar de un progreso general de las artes, las literaturas y las culturas. Preferimos las perspectiva dialectal antes que la normativa.
[FIN DE LA ENCUESTA]

Anónimo dijo...

J

1. ¿Y de la siguiente: “Cada vez que suponga que la literatura es una forma de exploración y una forma de representar lo explorado deberé suponer que esa búsqueda es expansiva, creciente, descubridora y que, en efecto, deben existir, entonces, mejores y peores maneras de realizarla”?

Habría que ver en qué medida se asume esto hoy y si se asumió antes, ser historicistas antes que esencialistas. La parte de “expansiva, creciente y descubridora” no la entiendo.
En todo caso, me da la sensación que en Literatura es posible una situación como esta: el surgimiento de un grupo en reacción a la definición de la literatura que se da en el encabezado de esta última pregunta, llamémosla “representacionista”. Este grupo, llamados los “antirepresentacionistas” ( el arte es eso, también, tanto una acción como una reacción debería ser marginado.
Si los tomamos independientemente y medimos su progreso, para observar cuál lleva a cabo mejor el antirepresentacionismo, además de contradecir la premisa del encabezado de esta pregunta, el enfoque sería en extremo parcial, pues sería como decir que hay que aislar líneas y medir el progreso por líneas: el progreso en los autos sacramentales, el progreso en la novela picaresca, con lo que estoy más de acuerdo que con comparar a Allende con Borges; sin embargo, ante ello, me viene a la mente una situación que normalmente se repite en la historia de la literatura: muchas veces el primero es el que más gusta y los sucesores, lejos de perfeccionarlos, nos aburren. Porque, además, el problema de la palabra progreso es que implica un ir hacia delante, cuando muchas veces da la impresión de que lo mejor está atrás.
Lo que parece haber, desde cierto punto de vista, en la literatura, es la singularidad, la unicidad, sobre todo si se utilizan parámetros de apreciación estética; es como si las grandes obras fueran sobre todo saltos cualitativos… Y es que, viéndolo bien, hay una aporía de fondo… Hablamos de la novela rusa, pero nos gusta Dostoievsky porque es Dostoievsky y creo que por muy pocos motivos más.
Ya nadie considera la posibilidad de un telos común; por lo tanto, ya nadie considera la pertinencia de hablar de un progreso general de las artes, las literaturas y las culturas. Preferimos las perspectiva dialectal antes que la normativa.
[FIN DE LA ENCUESTA]

Nota: La encuesta ha sido dividida solo por motivos de espacio

Anónimo dijo...

[...]

Lo que parece haber, desde cierto punto de vista, en la literatura, es la singularidad, la unicidad, sobre todo si se utilizan parámetros de apreciación estética; es como si las grandes obras fueran sobre todo saltos cualitativos… Y es que, viéndolo bien, hay una aporía de fondo… Hablamos de la novela rusa, pero nos gusta Dostoievsky porque es Dostoievsky y creo que por muy pocos motivos más.
Ya nadie considera la posibilidad de un telos común; por lo tanto, ya nadie considera la pertinencia de hablar de un progreso general de las artes, las literaturas y las culturas. Preferimos las perspectiva dialectal antes que la normativa.
[FIN DE LA ENCUESTA]

Nota: La encuesta ha sido dividida solo por motivos de espacio

Oscar Pita Grandi dijo...

http://www.newyorker.com/arts/critics/atlarge/2010/03/15/100315crat_atlarge_wood

En este link el crítico James Wood escribe un aertículo llamado KEEPING IT REAL sobre el progreso de la literatura. Traduje libremente unos párrafos.

“¿La literatura progresa, como la medicina o la ingeniería? Nabokov parece haberlo pensado, y ha dado a notar que Tolstoi, a diferencia de Homero, fue capaz de describir el nacimiento de un niño valiéndose de convincentes detalles. Todavía usted podría sostener un opuesto punto de vista; después de todo, ningún novelista acusa al lector moderno como más Homérico que Tolstoi. Y Homero menciona a la esposa de Héctor, quien tiene un baño caliente listo para su marido después de un largo día de guerra. Quizás es bastante absurdo hablar del progreso en la literatura como del progreso en la electricidad - ambos son recursos naturales que esperan diferentes formas de activación. La novela es peculiar en este aspecto, porque mientras que alguien que pinta hoy en día exactamente como Courbet, o realiza una composición musical exactamente como Brahms, podría ser considerado como un fraude o un falsificador, abundante ficción contemporánea toma prestadas las normas y convenciones – de la gramática básica narrativa- de Flaubert o Balzac sin alteraciones esenciales."

Es más extenso...

Un abrazo.

Narcolepta Insomne dijo...

Creo que deberías dejar de lado la palabra progreso y hablar sólo de evolución. El único "talos" de la evolución es la supervivencia del más apto; eso significa que no hay progreso como en la ciencia, sólo adaptación al entorno mediante la mecánica del darwinismo. No hay un ser menos "evolucionado" que otro, hay sólo evolución a partir de formas anteriores, determinadas por el azar. Podrías decir, haciendo un paparelo, que Joyce toma de Homero como un mamifero toma del primer vertebrado; y que todos las especies se adaptan a su entorno como la literatura busca la representación de un grupo (o individuo) humano.