28.8.11

Tudela (después del baile)

El fujimorismo y la extrema derecha

Cada vez que quiero mencionar a los intelectuales del fujimorismo acabo nombrando a dos: el historiador Pablo Macera, que se hizo fujimorista a cambio de una pensión congresal, y la lingüista Martha Hildebrandt, que se hizo fujimorista porque en el Perú no hay partido nazi. En la nómina siempre se me escapa el nombre de Francisco Tudela, acaso el fujimorista que mejor finge interesarse en el ejercicio de la inteligencia (1).

Tudela tiene un blog (no puedo dar fe de que él lo administre, pero los textos son suyos), y en él, a lo largo del último año, han aparecido unos artículos de comentario político, en su mayoría de tema internacionalista. Todos ellos están recorridos por dos ideas tan fijas que parecen haber sido concebidas no en un cerebro sino en un bloque de piedra. La primera idea es que él, Tudela, es dueño de una opinión tan lúcida y tan transparente y tan racional acerca de la política contemporánea, que no existe en el fondo diferencia alguna entre esa opinión y la más pura e impersonal de las verdades; la segunda idea, la central, es que el resto del mundo está dominado por una sola ideología, que él llama "pensamiento único" (habitualmente encarnada en el diabólico ideario de la "corrección política"), una ideología que ha invadido el universo como un espíritu maléfico.

Según Tudela, el "pensamiento único" y la "corrección política" son avatares del "viejo comunismo genocida", pieles de cordero bajo las cuales se siguen ocultando los marxistas, que no son otra cosa que criminales confabulados, hampones conjurados para capturar el planeta e imponer, sin que nadie se dé cuenta, la dictadura de la "manada única".

Lo que llamamos "democracia", piensa Tudela, es un discurso que está corrompido desde siempre, no sólo desde la revolución francesa y no sólo desde la revolución americana, sino desde Atenas (el "pensamiento único" mató a Sócrates), y hoy en día no sirve más que como un disfraz para la imposición de un totalitarismo economicista. Según Tudela, los liberales son marxistas olvidadizos, los conservadores fiscales son marxistas camuflados y los mercantilistas son marxistas de parranda. Los izquierdistas en general, claro, son primero gángsters y después marxistas.

La manera en que Tudela y varios otros sobre quienes ya escribí en su momento se refieren al "pensamiento único" y a la "corrección política" es voluntariamente engañosa y mistificadora: dentro de esos campos, según ellos, conviven Wall Street, la acción afirmativa, el feminismo, la nueva izquierda, el neoliberalismo, Fox News, los sindicatos, Lula da Silva, los postestructuralistas franceses, Borges, Disneylandia, los nacionalismos árabes y los teóricos de lo postcolonial, porque todos ellos, de alguna retorcida manera, al parecer, son hijos de Marx, hijos que lo obedecen o lo extreman, unos; hijos que lo subliman, otros; hijos que lo ocultan aviesamente, la mayoría.

Cuando uno revisa, en cambio, los nombres que Tudela propone como ejemplos de disidencia y libertad de pensamiento, es decir, como ejemplos de individuos que se deshicieron del "pensamiento único" para pensar por su cuenta, comienza a perfilarse el otro lado de la ecuación: algunos son muy esperables: críticos feroces del marxismo, como Nisbet, Dawson o Röpke; cuando piensa en el pasado más lejano, cauto, Tudela no suele referirse, como los otros, a De Maistre, demasiado identificado ya con el fascismo, al menos desde las críticas de Isaiah Berlin, pero sí se refiere a alguno de los compañeros de viaje de De Maistre, como Louis de Bonald; y le resulta inevitable arrimarse bajo el ala de al menos uno de los héroes de la extrema derecha radical contemporánea: Ernst Jünger, el mayor sensualizador de la violencia en la literatura alemana de su tiempo.

Es por lo menos perturbador descubrir que Tudela menciona a Jünger entre los pensadores cuyas ideas lograron que la pesadilla del comunismo no se impusiera en Europa y que, en virtud de ello, no vivamos hoy en un mundo como el de "la desoladora ficción de 1984 de Geroge Orwell". No sólo por la ostensible falsedad de la afirmación, enteramente gratuita, sino porque, si uno compara 1984 con Tormenta de acero, la más célebre novela de Jünger, descubre de inmediato que la diferencia crucial entre ambas ficciones es que la de Orwell denuncia el horror del totalitarismo y la degradación y deshumanización de la violencia mientras que la de Jünger glorifica la violencia e idealiza la guerra hasta casi deificarla.

No en vano el primer crítico italiano en señalar a Jünger como una inspiración y un norte ideológico fue Julius Evola, el mismo fascista del que escribí hace meses, que es el ícono de los neofascistas peruanos. No en vano, asimismo, Tormenta de acero fue lectura obligatoria en las escuelas del Tercer Reich. Recordar este último dato y releer el párrafo en el que Tudela elogia y encomia a la sociedad en que Jünger produjo su obra por no haber reprimido las ideas del autor, cuando uno sabe que esa sociedad fue la del declive de la República de Weimar, primero, y la del régimen nazi, después, produce una duda más que justificada: ¿tiene Tudela conciencia de lo que dice, o su alabanza de la libertad de opinión en la Alemania nazi es solamente un producto de su ligereza o de su ignorancia?

Algunos de ustedes recordarán los posts que escribí hace meses sobre el grupúsculo de profesores universitarios de extrema derecha que opera en algunas casas de estudio limeñas: la mayor parte de los artículos estuvieron referidos a las cosas que publica el profesor Eduardo Hernando Nieto en su blog Nomos contra anomos. En ese mismo blog, algunos artículos de Tudela aparecen publicados junto a las fotografías de los héroes intelectuales de Hernando Nieto: por ejemplo, el mencionado Julius Evola, traductor al italiano del libro fundamental del fascismo antisemita, Los protocolos de los ancianos sabios de Sion.

No es sorprendente que Tudela ande en esas compañías. Comparte con Hernando Nieto y con otros de los autodenominados "metapolíticos" (nickname preferido por los neofascistas desde hace varios años y que Hernando usa como volada cuando publica artículos de Tudela) más de un rasgo: el placer declarado por la literatura fascistoide; el enmascaramiento del radicalismo extremista de derecha bajo la apariencia de disidencia; la proclamación de una lucha heroica emprendida contra un sólo gran enemigo (el "pensamiento único"); la mentalidad paranoide que encuentra en todas partes conjuras y confabulaciones secretas y que no es otra cosa que una tendencia a reemplazar la racionalidad con teorías conspirativas.

Sería injusto dedicar todo este espacio a Francisco Tudela y no hacer siquiera una pasajera referencia al momento clave de su historia intelectual: esos mítines fujimoristas en que el miserable dictador ponía la música y Tudela bailaba, como un simpático monito de feria, con sus esperanzas puestas en la vice-presidencia del país, dispuesto a soportar cualquier ridículo con tal de obtenerla. No lo menciono para prolongar la vergüenza: creo que es un momento que lo describe, y que describe el espíritu mismo de ese fascismo lumpenesco que fue el régimen de Fujimori y creo que también describe su pobreza intelectual, la miseria y la banalidad de sus proyectos frustrados.

También el profesor Hernando y varios otros de los "metapolíticos" apoyan al fujimorismo, aunque lo hacen con la distancia peculiar de quien se siente distinto. (Hernando está tan sumergido en su coqueteo perpetuo con los fascistas del pasado que Fujimori le parece un "libertario", aunque eso no le impidió darle su voto a Keiko Fujimori). ¿Qué cosa atrae a estos personajes, aunque sea intermitentemente, hacia el fujimorismo? Mi impresión es que les agrada y les cae bien el vacío intelectual de Fujimori y los suyos: son como la mota que borra todo lo escrito y nos deja con una pizarra en blanco.

En el caso concreto de Tudela, a la luz de sus propios artículos, uno acaba por llevarse la impresión de que el fujimorismo representaba para él, por supuesto, un mecanismo rápido de llegada al poder, pero no sólo eso: la forma en que Fujimori destruyó el sistema democrático peruano no tenía por qué dolerle a alguien que juzga a toda la democracia contemporánea un cadáver doblemente enterrado; la falta de principios del fujimorismo resulta una especie de hermano gemelo casual de las críticas al "pensamiento único" y la "corrección política" que esgrimen personajes como Tudela y los otros. Los "metapolíticos", con la mente bloqueada por sus teorías conspitativas, no creen básicamente en el mundo real sino en los fantasmas que ellos mismos construyen; para ellos, la democracia es una cortina de humo; el fujimorismo, por su parte, no cree en las leyes morales por las cuales los demás tratamos de guiarnos y por eso los consensos de la democracia le resultan idiotas y despreciables.

Ese es el punto en que ambos convergen. Ambos representan una forma de aborrecimiento ante la intelectualidad, aunque los fujimoristas comunes muestren su horror abjurando de la necesidad misma de razonar y los "metapolíticos" lo hagan reemplazando la razón por una seudo-razón extraviada y enloquecida.

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(1) Y, como un amigo me hace notar, se me escapa más persistentemente aun el nombre de Fernando de Trazegnies, por razones que prefiero dejar inexploradas por ahora, pero que deben relacionarse con mi insistencia en obviar a los intelectuales cuando ninguna idea me conduce a ellos.

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4 comentarios:

zeta dijo...

Vaya; es todo un armazón el movimiento fascita: a lo much pensaba en unos cuantos sujetos que se juntaban a tomar el té y renegar de la igualdad... Voy a tener más cuidado, quizá hasta me anime a matar algunas neuronas con alguno de sus textos. Espero encontrar uno más por aquí. Suerte.

Anónimo dijo...

He visto entrevistas de Bayly con Tudela via Youtube, en la época de los problemas con su padre y el lio de la herencia. Muchas mujeres se dejaban seducir por su acento superburges para hablar, sin importarle para nada su pasado fujimorista.

Otro intelectual que al final del gobierno del chino tambien se puso Kimono fué el arqueologo Federico Kauffmann, a fines del fujimorismo encontraron restos en una cueva de Huanuco, los craneos tenian orificios pequeños, desde las imagenes de la televisión se veia obviamene que eran de bala, el arqueologo se adelantó a decir que podias ser restos prehispanicos con trepanaciones. Despues hicieron notar que también habia prendas del siglo XX, como correas y ojotas.

Juaneco

Anónimo dijo...

Gustavo he entrado al blog de Tudela, dejé un comentario crítico pero educado y nunca lo publicó, Es evdiente que el debate no es lo suyo. Sería interesante ver si es capaz de responder a los cuestionamientos de tu post.

Saludos

Enrique Prochazka dijo...

Hola Gustavo. Quizá esto es lateral a la interesante pregunta que planteas al final -que atrae a gentes con biblioteca a ese zelig político que puede ser el fujimorismo- pero no dejo de pensar que Francisco (mi jefe, en los scouts) le debe literalmente la vida a Alberto Fujimori. Recuerda la toma de la embajada, y el hecho de que todos los días, durante meses, los emerretistas montaban una ejecución con disparo en la sien -click- incluido. Tudela sobrevivió a eso con sólo un tiro en la pierna, y diría que su lealtad es a Fujimori (a quien tendrá, pues, por su valedor personal) y no al movimiento. Es mi opinión. Saludos, E