22.10.16

Mosul

.

284 personas asesinadas por el Estado Islámico tras usarlas como escudos humanos en la batalla de Mosul, esta semana. Y la ubicua islamofobia que invade buena parte del planeta hace que la prensa mundial subraye que los asesinos son musulmanes pero no subraye que las víctimas también lo son, en su mayoría. Si el crimen masivo hubiera sido cometido por el ejército americano o el ejército alemán o el ejército israelí, esta noticia no estaría en los recuadritos de abajo de las páginas web ni en la décima página de los diarios, sino en todas las primeras planas. Es el problema cuando lo que importa en un crimen no es quién fue la víctima sino quién fue el victimario: los sentimientos se falsifican, se falsifica la indignación, o, peor aun, ni siquiera se falsifican, porque ni siquiera fingidos aparecen.

.

14.10.16

Borges realista y mecánica cuántica

.

La "Many Worlds Interpretation of Quantum Mechanics" (Dewitt), en su versión más esquemática, dice que en cada ocasión (cada "evento cuántico") en que se le presenta una disyuntiva a un cuerpo en el espacio, el cuerpo elige los dos caminos de la disyuntiva, y que, de ese modo, el evento cuántico implica una bifurcación y da lugar a dos universos desgarrados uno del otro. Antes de que los físicos cuánticos lo dijeran desde la matemática, lo explicó Jorge Luis Borges en "El jardín de senderos que se bifurcan", y su maqueta fue el laberinto-novela del antepasado chino del protagonista. Cuando Borges lo escribió, era un cuento fantástico: el mundo no andaba por ahí ramificándose en universos alternos, excepto en la ficción del más grande de los filósofos literarios de las Américas. Pero ya son varios años desde que la "Many Worlds Interpretation of Quantum Mechanics" asume que eso es lo que pasa en realidad. Mi pregunta: ¿es, ahora, "El jardín de senderos que se bifurcan", un cuento realista? ¿O por lo menos ha dejado de ser un cuento fantástico? ¿O qué? ¿O cómo?

.

Dylan y Roth

En estos días en que pocas cosas me hacen feliz, me hace muy feliz el Premio Nobel de Literatura a un artista fundamental del siglo XX, influyente en la poesía, en la narrativa, en la música, en el acaso inevitable y cíclico retorno de la canción popular a su rol de comentario social: ese hablador benjaminiano, poeta-cuentacuentos que le enseña a la gente de un pueblo o de una nación las cosas que la unen y los traumas que la ponen en riesgo de colapso. Así que me gusta el Nobel de Bob Dylan.

Pero debo decir que, si la Academia Sueca tenía las miras puestas en un escritor norteamericano, judío, residente en Nueva York, nacido entre los años inmediatamente anteriores a la segunda guerra mundial y los años en que Estados Unidos entró a esa guerra; si los suecos querían un artista prolifico de esa misma generación, que hubiera dejado la huella más fuerte y la influencia literaria más profunda y las obras más contundentes, entonces ese no era Dylan sino Philip Roth.

Y claro, ahora los fans de Dylan están felices: cómo no celebrar al profeta del infierno paradisiaco, al adivino de la paz, al denunciante de todas las guerras injustas; quién no se alegra por el irónico, el sarcástico, el reflexivo, el mordaz Dylan, autor de muchas de las canciones más memorables del siglo (y de un libro de poesía más bien mediocre y de un libro autobiográfico que no está nada mal).

Pero es triste tanta alegría junto a tanta tristeza, porque Philip Roth es probablemente el novelista vivo más relevante de hoy, entre quienes no han recibido el Nobel, y más relevante que varios que sí lo han recibido, y Philip Roth ha escrito muchas de las mejores novelas de los últimos cuarenta años, y el Nobel a Dylan dejará a Roth sin premio: se morirá sin recibirlo, porque la Academia se demorará décadas antes de volver a premiar a un norteamericano, y cuando esas décadas pasen él ya no estará más. Lo que le han hecho a Roth ayer es lo que le hicieron a Borges. Ser injustos por capricho político.

Así que a celebrar, pero no olvidemos tampoco que este premio es una cachetada a mucha gente que le ha dado forma a la novela del siglo XXI, como Banville y Julian Barnes, como Toibim y Salman Rushdie y Amos Oz y Hilary Mantel y Margaret Atwood y también a otros que ya ni siquiera suenan como candidatos, y sonarán menos mientras más se acerque la academia al show business, como Ricardo Piglia y Paul Muldoon, y una cachetada a los maravillosos poetas que no viven en el estrellato y no saben tocar la guitarra pero que son mejores poetas que Bob Dylan.

Así que, felicidades Bob Dylan, disfruta el Nobel, danos un concierto el día en que te lo entreguen (yo te fui a ver en Portland pero tu concierto esa noche fue horroroso; mejor estuvo tu telonero, Elvis Costello).Y recuérdales a tus fans que hay que leer libros, porque por aquí ya hay varios que festejan que por fin conocen la obra de un Premio Nobel de Literatura, porque la han escuchado en sus iPods, ya que les da pereza leer libros.

.

La verdad sobre Sancho Panza



Franz Kafka 


Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que este se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.