19.6.06

El Quijote en quechua

Hace unos días me enviaron de El Comercio un sobre con ejemplares de los dos números recientes de Somos en que han aparecido artículos míos y, además, me hicieron llegar el último volumen de cuentos de Edgardo Rivera Martínez, con la idea de que escribiera una reseña.

En uno de los Somos encontré un aviso a página entera de la edición de Yachay Sapa Wiraqucha Dun Quixote Manchamantan, el Quijote laboriosa y necesariamente traducido al quechua por Demetrio Túpac Yupanqui.

La publicación se anunciaba como "un esfuerzo editorial del diario El Comercio". Su precio de venta: poco más de 200 soles, o, para decirlo como lo dice el aviso: US$ 60.


Pregunta ingenua: ¿cuántos hablantes de quechua pueden destinar esa cantidad a la compra de un libro? Si la respuesta es "poquísimos", entonces podemos estar seguros de que ese libro, con toda la dedicación y el acierto que su traducción supone, y pese a todo el valor simbólico integrador que se le quiera dar, no es, en verdad, un libro, en tanto no está destinado a ser leído. Es un adorno, un enorme pisapapeles para la mesa de la sala. Uno más de los muchos souvenirs en que los peruanos transformamos los elementos de una cultura que llamamos nuestra al mismo tiempo que la desconocemos y la marginamos. Si algún sentido tiene ese
Quijote, si en algo nos debería hacer pensar, es en la cantidad gigantesca de compatriotas que jamás podrán tenerlo ni conocerlo, y a quienes, peor aun, jamás sabremos entender ni conocer.

Quizá, ojalá, haya una edición popular por allí, una de la cual yo no haya oído. Quizá haya, también, una edición popular de
Yuyanapaq, de la que yo tampoco haya escuchado. Quizás, pero me temo que no sea así, y que, en el fondo, muchas de nuestras reconciliaciones se dan en estricto privado.

Imagen: El Quijote según Jack Bice.

2 comentarios:

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Ni la traducción de El Quijote al quechua ni el nuevo local de la Biblioteca Nacional son simplemente buenas intenciones. Son, ambas, el fruto de un elaborado esfuerzo para corregir una tarea impostergable. Es verdad que son largamente insuficientes, pero no creo que avanzar solo un paso sea algo en sí mismo inútil, aunque falten otros muchos.

Tanque de Casma dijo...

Tampoco hay que confundir la función de la Biblioteca Nacional con el de una red de bibliotecas públicas. Es verdad que se necesitan más bibliotecas públicas en los conos. Pero no le veo inconveniente a tener a la BN en un lugar de fácil acceso para todos como la Av. Javier Prado.